Me mandaron a hacer un blog. Así de simple. "Última evaluación del curso: HAGAN UN BLOG y escriban ahí por una semana seguida". Diantres - fue lo primero que pensé - es que ¿cómo se me iba a ocurrir tanta variedad de temas como para redactar uno diario? Mi imaginación es bastante limitada y cuando logro echarla a volar, regresa pronto a tierra y me deja igual que como empecé.
En fin, el asunto es que me acordé de los diarios de vida que tenía cuando chica. Esos bien rosaditos, con dibujos en la portada, diferentes diseños a medida que pasaban las hojas y con un candado que desprotegía al 100% mis "secretos". Y esos secretos BIEN llorones, porque si hay algo que debo admitir es que cuando era - aún más - chica lloraba por lo que fuera que me pasara, incluso porque me cantaran cumpleaños fatal después del poco armonioso cumpleaños feliz. Me acuerdo también que mis diarios de vida tenían nombres, para que existiera así un trato más "personalizado" entre nosotras (digo nosotras porque por algún motivo mis diarios siempre eran de sexo femenino), aunque ahora que lo pienso bastante idiota tener un trato así con un objeto inanimado sólo porque este tiene nombre (aunque de todas formas, por ahí dicen que cuando le pones un nombre a algo o alguien te encariñas más con ese algo/alguien.. vaya a saber una la razón).
Otra cosa de la que me acordé fue de los millones de intentos de blog que he tenido desde que me encontré cara a cara con el internet rápido y accesible, y cómo uno a uno todos esos proyectos han ido muriendo en el camino por mi inconstancia para escribir. Recordé, por último, mi blog más reciente, que a pesar de que me ha aguantado por más de un año y que ha sido testigo de un millón - o más - de estupideces de las que no me quiero olvidar, pareciera estar teniendo el mismo fin que todos mis proyectos bloggeros anteriores.
No tengo idea qué va a resultar de este trabajo, pero supongo que es normal cuando se empieza con algo nuevo, sea lo que sea que se trate. Es algo así como que siempre sabes cómo llegaste, pero no sabes - no tienes ni la más mínima idea más bien - cómo te irás. Así que.. aquí vamos. Y el resto.. ya veremos si se convierte en un atentado de verdad.
En fin, el asunto es que me acordé de los diarios de vida que tenía cuando chica. Esos bien rosaditos, con dibujos en la portada, diferentes diseños a medida que pasaban las hojas y con un candado que desprotegía al 100% mis "secretos". Y esos secretos BIEN llorones, porque si hay algo que debo admitir es que cuando era - aún más - chica lloraba por lo que fuera que me pasara, incluso porque me cantaran cumpleaños fatal después del poco armonioso cumpleaños feliz. Me acuerdo también que mis diarios de vida tenían nombres, para que existiera así un trato más "personalizado" entre nosotras (digo nosotras porque por algún motivo mis diarios siempre eran de sexo femenino), aunque ahora que lo pienso bastante idiota tener un trato así con un objeto inanimado sólo porque este tiene nombre (aunque de todas formas, por ahí dicen que cuando le pones un nombre a algo o alguien te encariñas más con ese algo/alguien.. vaya a saber una la razón).
Otra cosa de la que me acordé fue de los millones de intentos de blog que he tenido desde que me encontré cara a cara con el internet rápido y accesible, y cómo uno a uno todos esos proyectos han ido muriendo en el camino por mi inconstancia para escribir. Recordé, por último, mi blog más reciente, que a pesar de que me ha aguantado por más de un año y que ha sido testigo de un millón - o más - de estupideces de las que no me quiero olvidar, pareciera estar teniendo el mismo fin que todos mis proyectos bloggeros anteriores.
No tengo idea qué va a resultar de este trabajo, pero supongo que es normal cuando se empieza con algo nuevo, sea lo que sea que se trate. Es algo así como que siempre sabes cómo llegaste, pero no sabes - no tienes ni la más mínima idea más bien - cómo te irás. Así que.. aquí vamos. Y el resto.. ya veremos si se convierte en un atentado de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario