domingo, 23 de noviembre de 2008

El mejor lugar para leer.

A lo largo de mi no tan larga historia de vida, pero sí muy extensa carrera estudiantil, me he visto obligada en reiteradas oportunidades a leer las famosas - y a veces poco simpáticas y difíciles de tragar - 'lecturas complementarias obligatorias'.

Hace tieeeempo, antes de que apareciera el primer computador en mi casa, tenía un escritorio donde podía hacer mis tareas y dónde me sentaba a leer los libros, a veces simpáticos, otras veces fastidiosos, que me daban en el colegio. Sin embargo, había un gran problema. El escritorio daba a la ventana, así que a menudo me distraía de mis lecturas por ponerme a mirar lo que pasaba en el exterior de mi edificio. Para evitar esa distracción me puse a buscar otros lugares dentro de mi propia casa, donde pudiera realizar una lectura adecuada de estos textos. Probé sentándome en la mesa del comedor, pero la tele era una tentación demasiado fuerte. Luego, intenté en mi pieza, pero muchas veces desperté acostada en mi cama con el libro entre mis manos sin darme cuenta de lo que había pasado entremedio. Y así, sucesivamente, probando distintos lugares, fue como de pura casualidad caí en el lugar más perfecto para leer: EL BAÑO.



Es que sí, definitivamente no hay lugar en el mundo que sea más perfecto para leer que el baño. No hay ruidos externos que molesten ni distracciones pasajeras, a no ser que el déficit atencional llegue a tal nivel que el papel confort se transforme en un factor de distracción, pero lo dudo mucho. Nadie te molesta.. bueno, a no ser que haya pasado mucho rato. Nunca falta el que va a preguntar si estás bien o si necesitas un serrucho o algo por el estilo, pero aparte de eso, ya te dieron media hora de tranquilidad y soledad junto a un libro, que misteriosamente se hace más ameno en un espacio de comodidad y relajación sin distracciones. Es como que, mágicamente, tu mente se abre y logra captar hasta el más mínimo detalle de cada uno de los párrafos que estás leyendo. Es maravilloso.

Creo que las bibliotecas tendrían mucho más éxito si en vez de ser un montón de mesas repartidas por ahí entremedio de libros y de gente que se pasea y te distrae, fueran cubículos cerrados con un wáter y un lavamanos y, por qué no, una mesa para apoyar el texto que se está leyendo. Sería algo así como una bañoteca.. o bibliobaño.. o cualquier otro nombre híbrido que incluya las palabras baño y biblioteca. Apuesto lo que sea a que de esa forma surgirían muchas más ideas originales, científicas y entusiastas y el mundo sería, sin lugar a dudas, un lugar mejor para vivir y criar a los hijos y a los nietos y a los bisnietos, porque un día un señor (o señora, no hago distinciones de género en realidad) se sentará ahí y descubrirá la cura para el sida, para la crisis económica, para el transantiago y para el calentamiento global. La solución a todos los problemas. La solución a la vida.

Así que espero que si alguien influyente llegara a leer esta entrada, señora Bachelet, señor Piñera (Sebastian eso sí, porque no quiero influencias carreteras aquí), señor Farkas, don Francisco, o derivados, considere y reconsidere la situación. Imprima el texto, siéntese tranquilamente en su baño y dése cuenta de que no estoy hablando puras payasadas. Le aseguro que no se arrepentirá.

Desde el baño de mi casa, en vivo para atentado literal.
Buenos días. Buenas tardes. Buenas noches.

No hay comentarios: